el lenguaje en internet
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El idioma es una herramienta. Tiene vida propia. Evoluciona a su antojo sin que seamos capaces de controlarlo. Hoy en día, a causa de las nuevas tecnologías, nuestro idioma está cambiando. ¿A peor? ¿A mejor? Podemos encontrar gente a favor y en contra del mismo. ¿Realmente nuestro lenguaje se está perdiendo o simplemente atraviesa una transformación natural? ¿Nos estamos volviendo tontos por culpa de Internet?

El lenguaje se adapta a las necesidades. Es imposible matarlo, independientemente de la dificultades que nos encontremos para transmitirlo, ya sea de pronunciación, de espacio o por sobrecarga de información, cada una de las imposibilidades que encuentra, hacen que evolucione. Pero, ¿depende de nosotros hacia dónde?

 

LA ORTOGRAFÍA

Las faltas de ortografía son producto de la falta de conocimiento. Pero, ¿son lo mismo que las abreviaturas de chat o SMS? Tardamos más en escribir que en hablar, por lo tanto, cuando mantenemos una conversación “en tiempo real” con otra persona, es normal que queramos escribir lo más rápido posiblepara favorecer la comunicación y su fluidez.

No es lo mismo escribir: “Ay k kedar” que decir “Ai que quedar“. La primera fórmula puede pecar de abreviación pero en la segunda vemos una clara falta de ortografía que es producto de la pura ignorancia.Tardamos lo mismo en escribir una “y” que una “i”. Algunas personas aducen que el motivo es que no prestan atención ya que es una simple conversación de chat. Ni tanto ni tan calvo. Aunque el lenguaje pueda variar y evolucionar para adaptarse a las circunstancias, sigue teniendo normas que, si se ignoran, son “delitos lingüísticos”. Además los contenidos se viralizan. Deberíamos de tener más cuidado con cómo escribimos si no queremos que llegue un día en que esto se haya generalizado tanto que ya no nos acordemos de cuál es la forma correcta.

 

LÍMITE DE CARACTERES, ESPACIO Y SEO

Nos estamos acostumbrando a leer y escribir con un menor número de palabras (por ejemplo en Twitter). También a escribir frases más cortas (en blogs) e incluso a modificar nuestras palabras para que se adapten a los términos más buscados (orientando nuestros contenidos al SEO).

Todo esto está provocando que la libertad de redacción se vea coartada y condicionada por factores externos como los formatos o la sobrecarga de información. Sin embargo, es curioso como a su vez la teoría nos dice que debemos escribir textos originales y de calidad, con temas profundos y originales.Un poco contradictorio, ¿no?

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El hecho de que escribamos de forma más condensada puede tener dos lecturas:

1) Que la información se concreta más, resume más la idea, va más al grano. De esta forma no perdemos tiempo, vamos a la idea rápidamente y evitamos redundancias.

2) Que la información pierde en profundidad, ya que con menos palabras  es imposible resumir ideas muy complejas. Partir de una frase larga y resumirla en Twitter hasta que prácticamente ha perdido su sentido original es bastante común, por lo menos en lo que a mí se refiere.

Creo que ambas son ciertas pero me parece peligroso porque estamos acostumbrando al lector, no ya sólo a lo que ha de pensar (que ya se lleva haciendo tiempo) sino a cómo leer y opinar, lo que me parece muy grave. Esta simplificación de las ideas puede provocar a largo plazo una incapacidad de expresión profunda en la población que, a falta de estar acostumbrado a leer ideas complejas, se vuelva incapaz de crearlas. Ojo con esto.

 

LAS NEGRITAS

Otra de las cosas que debería preocuparnos. Sí, es cierto que en pantalla la vista se cansa más, que el lector se para menos a leer, que es importante resaltar ciertas cosas para que la lectura sea más amena y menos “aglomerada”.

Sin embargo, el señalar con negrita las palabras más importantes de un texto (algo que, como veis, yo utilizo también), no es sino una forma más de simplificar al lector la tarea de leer, de extraer la información que considere más importante, de evitar que piense más de los necesario. Así le estamos educando.

Los motivos que se aducen son que un texto con negritas es más leído y el lector se siente más cómodo y atraído porque no se aburre al tener que buscar la información más relevante. Entonces qué estamos haciendo, ¿informando o solamente formando?

 

EL EYETRACKING

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En Internet no leemos linealmente. Saltamos de párrafo en párrafo buscando algo interesante.Los estudios sugieren que leemos con un patrón en forma de F. Por ello, una de las cosas que se hacen en Internet, es ubicar el contenido más importante o más interesante (ése es también otro tema, ¿quien decide qué es lo más interesante o importante?), dentro de esa F. Incluso hay programas que te ayudan a extraer mapas de calorde tu web para conseguir una conversión mayor. Por ejemplo, CMLatam tiene un post al respecto, donde se reúnen varias de estas herramientas, que me ha llamado mucho la atención.

 

LA FRUICIÓN CÓMODA Y LA CULTURA DE LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA

  • La fruición cómoda: Es la transmisión de un contenido fácil para el consumidor. El consumidor llega a casa después de un día de trabajo y no le apetece pensar, solo quiere distraerse. Los medios le dan lo que quiere. Se pierden los contenidos profundos y se va a la forma, a la apariencia. También existe la vertiente de los que piensan que es una froma de mantener a la población en un estado de conciencia adormilada. No lo digo yo, lo enseñan las facultades de periodismo en las asignaturas “Teoría de la Información” y “Teoría de la Comunicación”, que conste.
  • La Obsolescencia programada: Es la planificación del fin de vida de un producto por parte del productor de dicho objeto, para obligar al consumidor a obtener el mismo objeto de nuevo a través del consumismo.
Lamentablemente es donde nos encontramos. En una sociedad que no valora las cosas por su importancia o contenido sino por su novedad y facilidad de consumo. Desechamos un contenido tras otro llevándonos una sensación de insatisfacción y vacío. Este vacío alimenta el ciclo que vuelve a empezar llevándonos de nuevo a consumir. Lo estamos viendo en todos los ámbitos, en el cine, la moda, la música… y ahora también en la información, de forma mucho más radical que antes (si cabe).

Un ejemplo claro es Twitter. Entramos en nuestra cuenta y tenemos un sinfín de tuits en nuestra página de inicio, todos relacionados con una temática en concreto. ¿Nos ponemos a leerlos todos? Lo cierto es que lamentablemente no, asistimos de nuevo al asunto de la sobrecarga de información. Al final, entramos a leer el post que nos llama más la atención por su titular y que no necesariamente es el mejor. ¿Cuántas veces hacemos esto al día? ¿5, 10 veces como mucho? De esos 5 o 10 tuits, retuiteamos uno o dos. ¿Qué sucede entonces? Que estamos contribuyendo al proceso de viralizar la información en función de su forma y no de su contenido. Y sí, lo estamos haciendo cada uno de nosotros.

 

Es verdad que cada vez hay más blogs y medios online y que la única forma de destacarse es escribir cosas impactantes, que nos llamen la atención, que sean fáciles de leer, cortas, concretas y que estén bien posicionadas pero, ¿de verdad queremos unos lectores que no piensen por sí mismos? ¿De verdad queremos acostumbrarnos a escribir para gente que no piensa?

Esto también afecta a nuestra profesión. ¿Que criterios serán los que hagan que una información sea buena? ¿Los de profundidad y rigor o los de facilidad y rapidez?


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